La separación o el divorcio no es fácil y menos cuando tenemos hijos menores en común.
¿Qué es la coordinación parental?
Desde que se produce la ruptura y se da por finalizada la relación, gran parte de las parejas entra en una etapa conflictiva mediada por el cambio y el desconocimiento que genera sin dudar miedo. El miedo nos pone en guardia y nos hace actuar de formas que en situaciones normales no actuaríamos. Incertidumbre, inseguridad, ansiedad, conflictividad, ausencia de comunicación, enfado, ira, culpa, preocupación, sentimientos de traición, tristeza o depresión son emociones que tenemos que tener claro que es normal sentir en estos momentos vitales. Todas estas manifestaciones emocionales generan ciertas consecuencias, entre otros, actos dirigidos a proteger a nuestros hijos. En muchas ocasiones, los padres y madres, durante el proceso de divorcio, y tiempo después, refieren realizar acciones en contra del otr@ progenitor/a aludiendo que intentan proteger a sus hij@s. Si bien es cierto que en ocasiones esto puede ser la realidad, en multitud de ocasiones nos encontramos a padres y madres que realizan están acciones con esa intencionalidad pero la realidad es que la acción no consigue su propósito generando daño y malestar en los hijos.
Funciones del coordinador parental
La Coordinación de Parentalidad va dirigida a un reducido número de familias que, tras su proceso de separación/divorcio, no son capaces de reducir de forma significativa -pasados 2 o 3 años- las manifestaciones emocionales que se consideran normales para los primeros momentos del proceso de separación/divorcio.
Este grupo reducido de progenitores no son capaces de resolver las diferencias relacionadas con los hijos con los métodos de resolución de conflictos más colaborativos, como la mediación u otros, de modo que en los años posteriores al divorcio/separación recurren a los litigios, utilizando gran cantidad de recursos y tiempo de los juzgados. Pueden ser parejas que padecen problemas psicológicos que no favorecen el ejercicio de la parentalidad, y exponen a sus hijos a conflictos y situaciones de violencia psicológica y emocional o también cualquier tipo de pareja que ha entrado en una espiral y cuyas posturas están enfrentadas, sin poder observar una salida inmediata.